marzo 04, 2015

LA VERDADERA RIQUEZA (LA HISTORIA DE UN "POBRE" HOMBRE)‏

Derechos de Imagen: ©Pixabay
Estando un día sentada en la calle decidí contar cuantas personas respondían al decirles "buenos días", solo para ver qué tanto ha cambiado la sociedad donde vivo. 

Pasaron muchas personas, algunas bien vestidas y otras no tanto, y unas cuantas parecían tener las mejores de las vidas.

Después de dos horas diciendo "buenos días" sin recibir respuesta caí en cuenta que no había diferencias, no importaba si tenían dinero o no, las personas reaccionaban igual, todas en un estado zombie intermitente que aterraba. Apurados, preocupados o simplemente ignorando todo lo que les rodeaba por simple egoísmo o por no querer hacer el esfuerzo de pronunciar palabra.

Sorprendida me levante y comencé a acercármeles gentilmente para decirles buenos días, las personas se extrañaban, algunas respondieron incomodadas al respecto, otras sonrieron, pero la gran mayoría seguía caminando, sentí que tenía un extraño poder de invisibilidad.

Cansada me senté nuevamente y después de un rato un pensamiento vino a mí: nadie me ha dicho buenos días, justo en ese momento venia de de lejos un hombre, tenia los zapatos rotos y llenos de huecos al igual que la ropa, se veía tan vieja y desgastada que parecía sacada de una caja de retazos de tela desteñida, una gorra doblada, que apenas si le tapaba un poco la cara del sol, porque además le quedaba pequeña, este hombre era muy delgado, me atrevería a decir que su delgadez era extrema, ojos cansados, piel quemada, el cabello largo de esos que se ven que no se lo han cortado, este hombre tenía sobre su espalda un saco, lleno de comida, frutas verduras... Me quede observándolo, el saco tan grande que no podía evitar preguntarme ¿cómo ha hecho este hombre para llevar eso tan pensado?

Finalmente el hombre llego hasta donde yo estaba, él andaba de paso y sonriendo me dijo: ¡Buenos días! Con una voz cansada y adolorida, le respondí con gran placer y vi como se alejaba.

Mientras él caminaba las personas se alejaban de él como si tuviera sarna en la piel, como si su aspecto fuera desagradable. Esto es lo que ha sembrado el mal pensamiento social, lo real no es aceptable y lo irreal sí.

Mientras las personas veían a un "loco" pobre, yo vi a un hombre trabajador, que ha sacrificado su salud y aun lo seguía haciendo. Me apresure a alcanzar al hombre y aunque mi peso y estatura no alcanzaban para mucho le pedí que me dejara ayudarle. Mientras caminábamos le pregunte: Señor, ¿usted donde vive? Y contesto: a unas cuantas cuadras. ¿Estaba comprando comida? Sí, tengo 4 hijas, me dijo. Sin poder evitarlo le hice una pregunta más: vaya que bonito tener tantos hijos, usted y su esposa deben estar felices ¿verdad? Entonces el hombre se detuvo, bajamos entre ambos la bolsa y me dijo:

Mi esposa murió hace varios años, yo me he hecho cargo de mi hijas (mientras sacaba de una bolsa un recipiente con agua), ¿quieres agua? (Respondí que no gracias) y yo trabajo para mis hijas.

Este hombre se detuvo para conversar conmigo, cansado, agotado, apurado, se detuvo para mantener una conversación con una persona que le hizo unas cuantas preguntas, las personas en la calle nos miraban con ojos de desagrado, yo estaba muy bien vestida y en frente del hombre parecía notarse mucho la diferencia de "estatus social".

Después de hablar por un momento le acompañe a su casa, le deje allí y me fui.

¿Cuántas veces has visto a alguien con desagrado en la calle solo por su forma de vestir? ¿Por no usar una buena ropa o tener el cabello poco arreglado?

¿Cuántas veces te has alejado de alguien porque al verlo de lejos no está bien arreglado? Piensas que es una persona de la calle y te alejas.

¿Cuántas veces has mostrado respeto por personas bien vestidas y has dado de tu desinterés a las que parecen ser pobres?

¿Cuántas veces has visto a alguien cargando el peso en sus hombros y has seguido de largo?

¿Cuántas veces dices buenos días cuando sales cada día?

La sociedad actual olvidó lo que es el alma; las personas no llenan su espíritu, llenan sus casas, sus closets y sus estómagos de comida. Sentir igualdad, tomar en cuenta la humanidad de los demás no es algo importante, todo se basa en lo que tienes materialmente y no en lo que puedes.

Miramos con asco a quienes menos tienen y con agrado a quienes sí, olvidamos que aquellos que no tienen cosas materiales siguen teniendo alma y tienen mucho que ofrecer.

El cariño, el respeto, la valoración, el amor, la calidad humana no se compra, no son cosas que puedas conseguir en la tienda de la esquina, queremos ser millonarios, tener mucho de todo, pero ¿millonarios en qué? ¿Tener mucho de qué? 

El dinero no te asegurara amistades verdaderas ni un amor sincero, no llenara tu alma. Llenarnos el alma es una cuestión propia, un trabajo interno que debemos hacer nosotros mismos.

Dejemos atrás los estereotipos, hoy en día 2 de las hijas de este hombre son doctoras, una es veterinaria y la otra es maestra, ¿a cuántas personas que miraron con desdén a su padre habrán ayudado?

Valora tu humanidad y cuídala, valora a todos quienes te rodean, todos sentimos, la verdadera riqueza se lleva en el corazón.
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